Cómo los procesos de globalización y creación de comunidades impactan en la conceptualización, teorización, legislación y práctica de los derechos humanos.
Los procesos de modernización, entre otros, la Revolución Industrial y la Revolución Democrática, son los que rompen las estructuras y relaciones internas de la comunidad orgánica, ese lugar cálido y armonioso en donde no se necesita explicación alguna pero que a la manera de Bauman, se intercambia seguridad por libertad (Bauman, 2003:11). El tejido social comunitario, entonces, ve roto sus lazos; una nueva manera de racionalización se impone al acabar con el sentido de sus bases materiales. Las dimensiones políticas, sociales y culturales de la antigua comunidad se transforman, la comunidad se hace Sociedad. Es aquí donde la ingeniería social suple la referencia comunal como factor de cohesión y de control para ponerse a la par de las exigencias que imponía el capitalismo moderno. Fue entonces, como esa amplia y compartida orientación cultural que da fundamento a la identidad social, que son los lazos sociales, busca escapar por los intersticios de los procesos modernizadores y vuelven de nuevo a recrearse relaciones comunitarias (Fistetti, 2004:8). La comunidad no desparece aplastada por la modernidad, de alguna manera también ha cambiado y se adapta a esos procesos; más que nunca, goza de buena salud. Como sostiene de Marinis, todos esos procesos que implican la modernización - ya sea la colonización, expansión del capitalismo, la revolución de las comunicaciones, las dos guerras mundiales, - sobrepasaron sus fronteras en magnitud y alcance; en si, la modernidad en su conjunto, es un fenómeno intrínsecamente globalizador (Fistetti, 2004:8). Podría decirse que actualmente la globalización es un fenómeno multidimensional debido a la complejidad que ha alcanzado; para Giddens es la identificación de las relaciones sociales mundiales que unen localidades distantes de tal modo que los acontecimientos locales están condicionados por eventos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa (Santos, 2003:167). En sus dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales la globalización ha impactado de manera significativa todo un conjunto de relaciones. La imposición de la política económica neoliberal que afecta de manera significativa las economías locales nacionales; el surgimiento de las empresas multinacionales que por su importancia tienen un gran poder de decisión sobre las políticas salariales nacionales; el papel del mercado amenazando el poder de Estado; la homogeneización de valores como el individualismo, la racionalidad y el utilitarismo (Santos, 2003:171-190). Mientras para algunos, la globalización es considerada como un gran triunfo de la racionalidad, de la innovación y de la libertad, capaz de producir progreso infinito y abundancia ilimitada, para otros, lleva la miseria, la marginalización y la exclusión de la gran mayoría de la población mundial; es en este encuentro de posturas donde la globalización se transforma en un campo de disputa social y política (Santos, 2003:195); una arena de conflictos por el control del poder, donde los ganadores son las fuerzas de la colonialidad y el capitalismo (Quijano, 2000:14). Es ahí, - en ese campo de disputa, en esa arena de conflictos,- donde los estados o sociedades que no han podido alcanzar la madurez de un estado-nación, ven amenazada su soberanía al ser sometidos a la imposición del neoliberalismo; como consecuencia de ello, la des-democratización de la representación política y de la des-nacionalización de la sociedad (Quijano, 2000:9). La pérdida de empleo estable, ingresos adecuados, libertades públicas, espacios de participación democrática en la generación de la autoridad pública son algunas de las demandas de los grupos que se resisten a ser los perdedores en esta arena de conflictos. Es en esas luchas de resistencia donde se abre paso la comunidad moderna, esa comunidad renovada que ha dejado atrás lo orgánico y territorial para insertarse en los procesos de la globalización “desde abajo” o contrahegemónica. Si bien la globalización “desde arriba” o hegemónica implica procesos en los que se ven involucrados los grandes capitales y las grandes potencias transnacionales, la globalización “desde abajo” busca la organización trasnacional en defensa del trabajo, la filantropía, los servicios legales alternativos, grupos de desarrollo alternativo y sostenible, artísticos, científicos, entre muchos otros, que buscan valores culturales alternativos, no-imperialistas; Santos le llama Cosmopolitismo. Existe también otra vertiente “desde abajo” que defienden los recursos que deben ser administrados por fideicomisos que pertenezcan a la comunidad internacional en nombre de las generaciones presentes y futuras; la herencia común de la humanidad (Santos, 1998:351). Un sector importante en este surgimiento de nuevas comunidades en resistencia, “desde abajo” o contrahegemónicas están abanderadas por la defensa de los Derechos Humanos. Estas comunidades esperan que su problemática sea contextualizada, esto es, ubicada en una posición opuesta a la concepción racionalista de tipo metahistórico y transcultural a que es obligada y sometida toda diferencia, bajo la lógica de la occidentalización de los valores (Santos, 2003:190). La idea misma de los Derechos Humanos, supone la libertad de los seres humanos para optar por los modelos de vida y organización social que se correspondan con sus preferencias soberanas; en este sentido, los DH vienen a llenar el vacío dejado por la política socialista (Santos, 1998:345). Una de esas comunidades, surgida de los intersticios que dejan la modernidad y la racionalización es Comunidad Rebumbio, formada por estudiantes y maestros de sociología, sociólogas, además de artistas gráficos, artistas plásticos, documentalistas, médicas, caricaturistas, educadoras, editorialistas, directores de teatro, actrices, comunicólogas, abogadas, pedagogas; tras la paulatina desaparición de los Derechos Sociales acontecido en su país, México, decidieron organizar sus opciones vitales en torno a la configuración de un medio de comunicación que diera voz a sus demandas e información a la población sobre lo que los medios nacionales no informan. El monopolio de la información en México obedece a las presiones internas que los grupos del poder fáctico someten al poder político y a las presiones externas de una imposición a la homogenización de los valores. Apoyada en uno de los elementos constitutivos de la modernidad, esta Comunidad Virtual está desanclada de la presencia y el territorio. Xalapa, Córdoba, Orizaba, Alvarado, Boca del Río, Puerto de Veracruz, Playa del Carmen, D.F., son los lugares de residencia de sus integrantes, que haciendo uso de las tecnologías de la información, transmiten diariamente programas vía internet en los que abordan temas del acontecer mundial y nacional, con visión crítica y apelando al derecho a la información. La libertad de Expresión es la bandera de esta comunidad, que, ante la desaparición paulatina de la intervención reguladora del Estado en el ámbito de lo social, formula sus demandas en base a una vida más justa, equitativa y libre que todo Estado Democrático debe promover y otorgar a sus ciudadanos. Comunidad rebumbio critica lo local, pero insertándose en la demanda global que señala la desaparición de los Estados de Derecho bajo el peso de corporaciones legales que hacen prevalecer los intereses de los más potentes y las estrategias más desprejuiciadas (Zolo, 2004:3). Las comunidades locales, por tanto, deben trabajar en conjunto con las emergentes “constelaciones jurídicas” que no limitan su participación en un territorio particular sino que sigue los imperativos y demandas de instanciad supranacionales adscritas a la defensa de los DH (de Marinis, 2008:40). Para Santos, la defensa contrahegemónica de los DH sólo será posible si existe una relación balanceada y mutuamente reforzante entre competitividad global, y legitimidad local, esto es, que los DH sean reconceptualizados como multiculturales; cuando se logre trascender el debate entre lo local y lo global, lo relativo y lo universal (Santos, 1998:352).
Bibliografía
-Bauman, Zygmunt: Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Siglo XXI,
-De Marinis, Pablo (2008). Guía de Sociología de los Derechos Humanos. FLACSO. México
-Fistetti, Francesco. (2004)Comunidad. Léxico de Política. Buenos Aires: Nueva Visión.
-Quijano, Aníbal. (2000) “Colonialidad del poder, globalización y democracia”. Lima. Disponible en varios sitios web, por ejemplo
http://www.rrojasdatabank.info/pfpc/quijan02.pdf
-Santos, Boaventura de Sousa. (2003). La caída del Ángelus Novus: ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política. Bogotá, ILSA.
-Santos, Boaventura de Sousa. (1998) De la mano de Alicia: lo social y lo político en la postmodernidad. Uniandes / Siglo del Hombre Editores, Bogotá
-Zolo, Danilo. (2004) “El espacio jurídico global”. En: Memoria. Revista de política y cultura. México.
Los procesos de modernización, entre otros, la Revolución Industrial y la Revolución Democrática, son los que rompen las estructuras y relaciones internas de la comunidad orgánica, ese lugar cálido y armonioso en donde no se necesita explicación alguna pero que a la manera de Bauman, se intercambia seguridad por libertad (Bauman, 2003:11). El tejido social comunitario, entonces, ve roto sus lazos; una nueva manera de racionalización se impone al acabar con el sentido de sus bases materiales. Las dimensiones políticas, sociales y culturales de la antigua comunidad se transforman, la comunidad se hace Sociedad. Es aquí donde la ingeniería social suple la referencia comunal como factor de cohesión y de control para ponerse a la par de las exigencias que imponía el capitalismo moderno. Fue entonces, como esa amplia y compartida orientación cultural que da fundamento a la identidad social, que son los lazos sociales, busca escapar por los intersticios de los procesos modernizadores y vuelven de nuevo a recrearse relaciones comunitarias (Fistetti, 2004:8). La comunidad no desparece aplastada por la modernidad, de alguna manera también ha cambiado y se adapta a esos procesos; más que nunca, goza de buena salud. Como sostiene de Marinis, todos esos procesos que implican la modernización - ya sea la colonización, expansión del capitalismo, la revolución de las comunicaciones, las dos guerras mundiales, - sobrepasaron sus fronteras en magnitud y alcance; en si, la modernidad en su conjunto, es un fenómeno intrínsecamente globalizador (Fistetti, 2004:8). Podría decirse que actualmente la globalización es un fenómeno multidimensional debido a la complejidad que ha alcanzado; para Giddens es la identificación de las relaciones sociales mundiales que unen localidades distantes de tal modo que los acontecimientos locales están condicionados por eventos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa (Santos, 2003:167). En sus dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales la globalización ha impactado de manera significativa todo un conjunto de relaciones. La imposición de la política económica neoliberal que afecta de manera significativa las economías locales nacionales; el surgimiento de las empresas multinacionales que por su importancia tienen un gran poder de decisión sobre las políticas salariales nacionales; el papel del mercado amenazando el poder de Estado; la homogeneización de valores como el individualismo, la racionalidad y el utilitarismo (Santos, 2003:171-190). Mientras para algunos, la globalización es considerada como un gran triunfo de la racionalidad, de la innovación y de la libertad, capaz de producir progreso infinito y abundancia ilimitada, para otros, lleva la miseria, la marginalización y la exclusión de la gran mayoría de la población mundial; es en este encuentro de posturas donde la globalización se transforma en un campo de disputa social y política (Santos, 2003:195); una arena de conflictos por el control del poder, donde los ganadores son las fuerzas de la colonialidad y el capitalismo (Quijano, 2000:14). Es ahí, - en ese campo de disputa, en esa arena de conflictos,- donde los estados o sociedades que no han podido alcanzar la madurez de un estado-nación, ven amenazada su soberanía al ser sometidos a la imposición del neoliberalismo; como consecuencia de ello, la des-democratización de la representación política y de la des-nacionalización de la sociedad (Quijano, 2000:9). La pérdida de empleo estable, ingresos adecuados, libertades públicas, espacios de participación democrática en la generación de la autoridad pública son algunas de las demandas de los grupos que se resisten a ser los perdedores en esta arena de conflictos. Es en esas luchas de resistencia donde se abre paso la comunidad moderna, esa comunidad renovada que ha dejado atrás lo orgánico y territorial para insertarse en los procesos de la globalización “desde abajo” o contrahegemónica. Si bien la globalización “desde arriba” o hegemónica implica procesos en los que se ven involucrados los grandes capitales y las grandes potencias transnacionales, la globalización “desde abajo” busca la organización trasnacional en defensa del trabajo, la filantropía, los servicios legales alternativos, grupos de desarrollo alternativo y sostenible, artísticos, científicos, entre muchos otros, que buscan valores culturales alternativos, no-imperialistas; Santos le llama Cosmopolitismo. Existe también otra vertiente “desde abajo” que defienden los recursos que deben ser administrados por fideicomisos que pertenezcan a la comunidad internacional en nombre de las generaciones presentes y futuras; la herencia común de la humanidad (Santos, 1998:351). Un sector importante en este surgimiento de nuevas comunidades en resistencia, “desde abajo” o contrahegemónicas están abanderadas por la defensa de los Derechos Humanos. Estas comunidades esperan que su problemática sea contextualizada, esto es, ubicada en una posición opuesta a la concepción racionalista de tipo metahistórico y transcultural a que es obligada y sometida toda diferencia, bajo la lógica de la occidentalización de los valores (Santos, 2003:190). La idea misma de los Derechos Humanos, supone la libertad de los seres humanos para optar por los modelos de vida y organización social que se correspondan con sus preferencias soberanas; en este sentido, los DH vienen a llenar el vacío dejado por la política socialista (Santos, 1998:345). Una de esas comunidades, surgida de los intersticios que dejan la modernidad y la racionalización es Comunidad Rebumbio, formada por estudiantes y maestros de sociología, sociólogas, además de artistas gráficos, artistas plásticos, documentalistas, médicas, caricaturistas, educadoras, editorialistas, directores de teatro, actrices, comunicólogas, abogadas, pedagogas; tras la paulatina desaparición de los Derechos Sociales acontecido en su país, México, decidieron organizar sus opciones vitales en torno a la configuración de un medio de comunicación que diera voz a sus demandas e información a la población sobre lo que los medios nacionales no informan. El monopolio de la información en México obedece a las presiones internas que los grupos del poder fáctico someten al poder político y a las presiones externas de una imposición a la homogenización de los valores. Apoyada en uno de los elementos constitutivos de la modernidad, esta Comunidad Virtual está desanclada de la presencia y el territorio. Xalapa, Córdoba, Orizaba, Alvarado, Boca del Río, Puerto de Veracruz, Playa del Carmen, D.F., son los lugares de residencia de sus integrantes, que haciendo uso de las tecnologías de la información, transmiten diariamente programas vía internet en los que abordan temas del acontecer mundial y nacional, con visión crítica y apelando al derecho a la información. La libertad de Expresión es la bandera de esta comunidad, que, ante la desaparición paulatina de la intervención reguladora del Estado en el ámbito de lo social, formula sus demandas en base a una vida más justa, equitativa y libre que todo Estado Democrático debe promover y otorgar a sus ciudadanos. Comunidad rebumbio critica lo local, pero insertándose en la demanda global que señala la desaparición de los Estados de Derecho bajo el peso de corporaciones legales que hacen prevalecer los intereses de los más potentes y las estrategias más desprejuiciadas (Zolo, 2004:3). Las comunidades locales, por tanto, deben trabajar en conjunto con las emergentes “constelaciones jurídicas” que no limitan su participación en un territorio particular sino que sigue los imperativos y demandas de instanciad supranacionales adscritas a la defensa de los DH (de Marinis, 2008:40). Para Santos, la defensa contrahegemónica de los DH sólo será posible si existe una relación balanceada y mutuamente reforzante entre competitividad global, y legitimidad local, esto es, que los DH sean reconceptualizados como multiculturales; cuando se logre trascender el debate entre lo local y lo global, lo relativo y lo universal (Santos, 1998:352).
Bibliografía
-Bauman, Zygmunt: Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Siglo XXI,
-De Marinis, Pablo (2008). Guía de Sociología de los Derechos Humanos. FLACSO. México
-Fistetti, Francesco. (2004)Comunidad. Léxico de Política. Buenos Aires: Nueva Visión.
-Quijano, Aníbal. (2000) “Colonialidad del poder, globalización y democracia”. Lima. Disponible en varios sitios web, por ejemplo
http://www.rrojasdatabank.info/pfpc/quijan02.pdf
-Santos, Boaventura de Sousa. (2003). La caída del Ángelus Novus: ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política. Bogotá, ILSA.
-Santos, Boaventura de Sousa. (1998) De la mano de Alicia: lo social y lo político en la postmodernidad. Uniandes / Siglo del Hombre Editores, Bogotá
-Zolo, Danilo. (2004) “El espacio jurídico global”. En: Memoria. Revista de política y cultura. México.